El fortalecimiento de la principal Empresa Productiva del Estado, la soberanía energética y el saneamiento de las finanzas de la petrolera son algunos de los objetivos a perseguir en el plan.

El diagnóstico nos indica que actualmente la EPE arrastra una deuda de dos billones 123 mil millones de pesos. Situación que se suma a la caída de la producción en un 46.11% que se dio entre el período comprendido entre 2004 y 2018. En cuanto al desarrollo de nuevos campos petroleros, en los últimos 5 años solo hubo uno entre 2014 y 2015.

En el plan se contempla mantener un endeudamiento neto de cero en términos reales, mantener un control en el ejercicio de presupuestos de operación e inversión con criterios basados en austeridad y eficiencia.

Así mismo, la EPE se compromete a intensificar las actividades de upstream en tierra, costafuera y áreas aledañas a los plays en producción. Mejorar la infraestructura de los centros de trabajo con miras a incrementar la eficiencia de las operaciones y optimizar los costos en E&P.

Aumentar la capacidad de refinación y de almacenamiento (actualmente nuestro país tiene reservas de gasolina para 3 días, de acuerdo con el portal Expansión, 2017), así como establecer criterios de eficiencia para aumentar la producción de fertilizantes, etileno y derivados.

Otro de los objetivos que marca el plan es su cooperación con el gobierno en establecer acciones en conjunto en la lucha contra el robo de combustible. Pemex se comproete a aumentar la seguridad, tanto en sus instalaciones como en sus sistemas de información.

La situación en la que se encuentra la Empresa Productiva del Estado es delicada, los objetivos son ambiciosos. Esperemos que las acciones a implementar se alineen a los objetivos planteados por el plan para rescatar a la que por años, fue el principal suministro de recursos para el país.